lunes, 11 de marzo de 2013

MARRUECOS, PAIS DE NATURALEZA

En Marruecos, la naturaleza está al alcance de todos: desierto, montaña, valle o mar harán las delicias de cualquier amante del verdor. Los senderistas de todos los niveles disfrutarán recorriendo las montañas marroquíes. Desde lo alto de las suaves altitudes del Rif y sus acantilados sobre el Mediterráneo, esta región poco frecuentada es pura magia. En los lagos abundan las truchas a la espera de pescadores aficionados y para los más deportistas les espera el desafiante Medio y Alto Atlas a pie, en bicicleta de montaña o parapente. Para practicar escalada, barranquismo o espeleología desde sus cumbres, que llegan a alcanzar los 4 000 metros. Ifrane, la pequeña Suiza marroquí, sorprende por su frescor en verano y su nieve en invierno, además de sus típicas excursiones en «mulo-esquí». Nada más indescriptible que una estancia a las puertas del desierto: rumbo a Ouarzazate para descubrir su inmensidad y sus colores. De noche, nada mejor que dormir en una jaima en el desierto, en un albergue en la montaña o una casa rural y vivirá experiencias únicas e inolvidables. Representan la esencia de la identidad marroquí, como las palmeras, el aceite de argán o la miel de sus lavandas. Frente al Atlántico, quedará fascinado con la bahía turquesa de Dakhla, donde podrá admirar aves migratorias y flamencos rosas. En Marruecos, ¡naturaleza para todos los gustos!



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